sabato 9 aprile 2011

Intervista a Yoani in spagnolo/ Entrevista a Yoani

(Yoani Sanchez y Reinaldo Escobar en su casa)


¿Qué piensas del VI Congreso del PCC que se celebrará en breve?

Este VI Congreso del Partido Comunista Cubano tiene un pecado original del que no puede desprenderse y al que tampoco logrará superar: es una cita partidista en un país donde se ha prohibido la existencia de otros partidos, es un cónclave de una organización que no permite la libre existencia de otras. Teniendo en cuenta esto como precepto básico, hay pocas esperanzas de que lo que ocurra en el Palacio de las Convenciones de La Habana a partir del día 16 de abril, pueda traerle al país las soluciones integrales, plurales e inmediatas que el país necesita. El sistema cubano es irreformable, porque está apuntalado con prohibiciones, limitaciones y censuras, intentar abrirlo y perfeccionarlo traerá a corto o largo plazo su fin. Me gusta comparar al sistema imperante en el país con una de esas casas semiderruidas que tanto abundan en esta ciudad. Cualquiera que vea el estado calamitoso de su estructura, el deterioro de sus balcones y el comején que abunda en sus vigas, pensará que está a punto de desplomarse. Sin embargo la casa ha resistido decenas de huracanes y vientos fuertes, pero un día alguien decide cambiarle un tornillo de la puerta o hacerle una reparación en una cañería del baño y todo el edificio se viene abajo. ¿Cuál es el “tornillo” en la situación cubana? No sé, pero presiento que en el próximo congreso se soltarán algunos pequeños detalles que acelerarán el derrumbe. Eso lo sabe muy bien Raúl Castro, de ahí tanto temor y tibieza a la hora de implementar las reformas.


¿Cómo fue el encuentro con Jimmy Carter?

Jimmy Carter nos visitó la semana pasada y se encontró no sólo con figuras del gobierno, sino también con varias voces de la incipiente sociedad civil cubana, las Damas de Blanco y varios ex presos políticos. Tuve la satisfacción personal de estar incluida entre quienes pudieron conversar directamente con él. Fue un encuentro breve, donde lo pusimos al día de nuestras inquietudes y problemas, pero también de nuestros proyectos presentes y futuros. Él escuchaba y hacía preguntas. Parecía saber de nuestras dificultades y su pedido de discreción sobre lo hablado en esa mañana de marzo, fue más para protegernos a nosotros que en aras de salvaguardarse él. Después, se refirió en el canal televisivo más importante de nuestro país a la necesidad de libertad de expresión, asociación y de viaje para que los cubanos puedan moverse dentro y fuera de su propio territorio nacional. También lanzó algunos halagos al gobierno raulista, pero sonaban más a formalidades diplomáticas que a verdaderos puntos de consenso. La gran pregunta que se hacen todos es si esa presencia fugaz en nuestra compleja situación nacional cambiará en algo el curso de los próximos meses. No hay que creer que pasaremos de un totalitarismo a una democracia por el sólo hecho de que un ex presidente norteamericano nos viste, pero hay actos que tienen una carga simbólica que trasciende hasta sus propósitos. Jimmy Carter logró que al menos durante tres días el régimen cubano mostrara un rostro de tolerancia hacia adentro y hacia afuera. Bajo su manto protector fue posible que en un hotel del casco histórico de La Habana se reunieran opositores y gente que –apenas unos días antes- habían sido satanizados en un programa hecho por el propio Ministerio del Interior en la televisión oficial. Quedó probado que crear una burbuja de respeto es posible y que las tropas de choque contra actividades de la disidencia, no son ni tan espontáneas ni tan autónomas. Evidentemente Raúl Castro dio la orden de no interferir en ese madrugador desayuno entre un Nobel de la Paz y los representantes de la zona más dolida de la Cuba actual. Al permitir la cita, las autoridades estaban –sin quererlo- validando y reconociendo a las voces que allí estaban.

¿Cómo crees que será la Cuba futura sin la gerontocracia en el poder?

Vienen tiempos difíciles, precisamente porque la testarudez de quienes nos gobiernan no les ha permitido hacer a tiempo y gradualmente las reformas que necesita nuestro país. Cuando el tiempo biológico de cada uno de ellos se apague, muchas personas sentirán un vacío político y hasta ideológico, pero creo que la gran mayoría experimentará una sensación de alivio. Nos tocará entonces reconstruir el país con nuevos rostros, nuevas ideas, nuevas fórmulas. Confío en que esta Isla peculiar, tocada por la creatividad, el talento de sus hijos, la belleza de su naturaleza y la franqueza de su idiosincrasia, pueda encontrar un camino con oportunidades para todos. Viviremos sin dudas en un país más inclusivo, más plural y donde espero que mis nietos no tengan que emigrar para realizar sus sueños.

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